El comienzo del segundo tramo de negociaciones se encuentra con viejas discusiones preparadas para ralentizar el avance de la Conferencia por parte de Estados que no quieren que se reduzcan las emisiones de CO2.

Arabia Saudí se empeña en ligar los fondos de adaptación, un dinero dirigido a que los países en vías de desarrollo puedan defenderse de los impactos del cambio climático, a que se incluya en ellos la compensación por la disminución de ingresos que significa la reducción de CO2 para los países productores de petróleo. Si llegaran a tener éxito, uno de los países millonarios gracias al petróleo podría recibir ayuda como Bangladesh o las pequeñas islas que probablemente desaparecerán en pocos años.

La revista “The Economist” ha calculado recientemente que los ingresos del petróleo de Arabia Saudí han aumentado un 13% en 2004 respecto al año anterior, lo que asciende a 10.000 millones de dólares. Esta cantidad es el doble del PIB de un país como Senegal en el año 2002.

Es difícil que los saudíes tengan éxito en esta estrategia, pues la Unión Europea es firme en rechazar esta pretensión. Sin embargo Arabia Saudí, apoyada por algún otro miembro de la OPEP, está arrastrando en esta petición al resto de países en vías de desarrollo que constituyen el grupo G77, y está impidiendo que se cierre un acuerdo sobre el reglamento de los fondos de adaptación a los efectos del cambio climático. En consecuencia uno de los más esperados resultados de esta cumbre del clima no acaba de conseguirse.

Cristina Rois, representante de Ecologistas en Acción en Buenos Aires, ha declarado que “ este problema se ha venido planteando en diferentes temas en todas las cumbres. El G77 es un grupo muy amplio que engloba intereses en ocasiones directamente contrapuestos. Probablemente en esta 10ª Conferencia del Clima es aún más notable porque Quatar es el país al que toca presidir el G77 este año. Los países en vías de desarrollo no pueden ser rehenes de intereses tan particulares e injustos. La fuerza que puedan tener como bloque se convierte aquí en debilidad.”

Los fondos para la adaptación son una prioridad para las naciones del cinturón más pobre del planeta, porque sin ellos se quedan sin posibilidad de hacer frente a los impactos de la alteración del clima.