Más de 600 delegados y delegadas, casi 200 organizaciones representadas provenientes de unos setenta países y con millones de campesinos afiliados. Éstas son las espectaculares cifras de la quinta Conferencia de la Vía Campesina que se ha desarrollado entre el 19 y el 23 de octubre en la ciudad de Matola, un centro industrial a unos veinte kilómetros de Maputo, capital de Mozambique.

Pero más que las cifras, lo más espectacular del encuentro ha sido la demostración de fuerza de un movimiento que con sólo una década se ha convertido en “la vanguardia de la lucha contra el neoliberalismo”, en palabras de su coordinador, el dirigente agrario indonesio Henry Saragih. Y es que Vía Campesina hace patente que más allá de los discursos del pensamiento único, los afectados por el neoliberalismo por todo el mundo se pueden organizar, coordinar, resistir y, finalmente, presentar alternativas a un modelo que, en su parecer, “se ha demostrado dañino para las personas y para el medio ambiente”.

Crisis capitalista

La Conferencia ha estado marcada por un momento dulce para Vía Campesina, que ha visto cómo sus posiciones políticas van siendo aceptadas por cada vez más personas e instituciones a medida que la crisis financiera y alimenticia se va agravando. Así, el mito que se había ido extendiendo desde los años 70, que el campesino ya no era necesario y que las grandes multinacionales agroalimentarias garantizarían comida para toda la humanidad, se va hundiendo con las bruscas subidas y bajadas de los precios de los alimentos víctimas de la especulación. E instituciones como la FAO vuelven a reconocer que hace falta una reforma agraria para hacer frente a las necesidades alimenticias globales.

Mientras, en el mundo hay 900 millones de personas que pasan hambre o están subalimentadas. Tal como denuncia el dirigente de los sin tierra brasileños Joao Pedro Stedile “sólo en los dos últimos años –los de la crisis alimenticia y la extensión de biocombustibles– este número ha aumentado en 80 millones. Y la proporción mayor vive en África sub-sahariana”.

La alternativa: soberanía alimentaria

Para Vía Campesina, la única alternativa viable pasa por la soberanía alimentaria. Como explica Stedile “la entrada del capital especulativo en el mercado alimenticio es la causa de las bruscas subidas y bajadas de los precios de los alimentos”. Por lo tanto, para garantizar un acceso generalizado a unos alimentos suficientes, baratos y de calidad “hay que recuperar el valor de la producción campesina, realizada de forma local, eficiente y ecológica” y enfocada a resolver primero las necesidades alimenticias y no otras consideraciones como los biocombustibles o la exportación de productos superfluos. Este concepto ya ha sido recogido en las constituciones de países como Nepal o Bolivia. El modelo también tiene que servir para permitir al pequeño agricultor “vivir dignamente de su trabajo” en palabras de Fall Ndiakhate, delegado por el Consejo Nacional para la Concertación y Cooperación Rural del Senegal.

Como explica Vía Campesina, la soberanía alimentaria incluye otras ventajas como “la reducción de gases de efecto invernadero provenientes de la agricultura motorizada, la deforestación y el transporte de alimentos”. Además, “las técnicas tradicionales también son una garantía para la diversidad cultural y biológica frente la homogeneización que suponen los organismos modificados genéticamente y la producción a escala global”.

Así, para los campesinos reunidos en Maputo no se trata de defender unos derechos corporativos, sino de proponer una alternativa global al actual modelo de producción y consumo de alimentos, y de hacerlo buscando alianzas con los consumidores y los habitantes de las ciudades.

La lucha continúa

Mientras, las conversaciones de la Ronda de Doha de la OMC continúan paralizadas y esta entidad –así como sus hermanos Banco Mundial y FMI– pasan por una crisis de legitimidad sin precedentes, contribuyendo a reforzar el argumento campesino que “los alimentos, el agua y la biodiversidad tienen que quedar fuera del mercado.”

Pero desde Vía Campesina destacan que el capitalismo no caerá por sí solo, sino que quieren “contribuir a enterrarlo” tal como se destacó a la declaración final. Es por esto que la presente conferencia ha servido para definir el movimiento como “anticapitalista” y para “declarar la guerra a las multinacionales” tildadas de “enemigas principales de los campesinos y de la humanidad”.


Las mujeres generan vida y cultivan alimentos

La mayoría de las personas que se dedican al campesinado familiar –y por lo tanto que producen los alimentos que comemos– son mujeres. Por eso, desde el año 2000, se viene celebrando de forma paralela a la Conferencia de Vía Campesina una Asamblea de Mujeres Agricultoras con la idea de incluir la perspectiva de género dentro de las luchas campesinas. Nuevos frentes de conflicto, como los transgénicos, han hecho emerger la importancia de las mujeres en aspectos claves como la preservación de las semillas tradicionales. También el papel de las mujeres es primordial en la defensa de la diversidad cultural y biológica, caballos de batalla de Vía Campesina.

Pero para entender la verdadera importancia de esta asamblea de mujeres se tiene que recordar que no surge de ambientes universitarios europeos, sino que es una iniciativa de un movimiento ruralista con presencia en más de setenta países, algunos de los cuales son los más retrasados en cuestiones de género. Así, es desde algunas de las mujeres más explotadas del planeta –no solamente por ser mujeres, sino también por ser trabajadoras rurales, indígenas, analfabetas y desposeídas– que surge este espacio emancipatorio y de empoderamiento.

Guillem Sànchez/La Directa. El Ecologista nº 59