Ahora que se acerca el fin de la primera fase del protocolo de Kioto y muchos de los países industrializados no están reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero, surgen con fuerza los mecanismos de mercado previstos en dicho acuerdo. Los mecanismos de flexibilidad, que así se llaman, son de tres tipos: el comercio de emisiones, los mecanismos de aplicación conjunta (AC) y los mecanismos de desarrollo limpio (MDL). Mientras que el primero de ellos se lleva a cabo entre países –los que reduzcan sus emisiones más de lo permitido podrán vender créditos por el sobrante a otros–, los otros dos están pensados para ser aplicados también por las empresas.

Pedro Ramiro, Observatorio de Multinacionales en América Latina – Paz con Dignidad. El Ecologista nº 54

Básicamente, los mecanismos de desarrollo limpio y los de aplicación conjunta se basan en una misma idea: que las compañías inviertan en proyectos de reducción de emisiones o de fijación de carbono en países distintos al de origen. La diferencia entre ellos reside en el hecho de que los MDL se aplican en países que no están obligados, según el protocolo de Kioto, a modificar sus emisiones –para las empresas españolas esto quiere decir, fundamentalmente, América Latina– y los de AC a los que sí se ven afectados por el mismo –sobre todo, los países del Este de Europa–.

Las multinacionales españolas del sector de la energía, que han sobrepasado los niveles de emisiones fijados en el Plan Nacional de Asignación –por ejemplo, en el año 2005 Endesa emitió un 15% más de la cantidad que se le había concedido, Iberdrola lo hizo un 2% y Unión Fenosa un 14,5% [1]–, han tenido que recurrir cada vez más a los mecanismos de mercado para poder cumplir con los objetivos previstos. Además, los han visto como una nueva oportunidad para realizar inversiones en el extranjero y aumentar su cuenta de ganancias.

En este sentido, las transnacionales eléctricas españolas están dedicándose a invertir en proyectos MDL en América Latina, para así poder obtener créditos de carbono que les permitan reducir formalmente sus emisiones. Porque, efectivamente, dicha reducción tiene mucho más de formal que de real: mediante los MDL, en el Estado español se sigue emitiendo lo mismo que antes, lo único que pasa es que se resta del monto total lo que se deja de emitir en otros países al utilizar energías renovables y al llevar a cabo proyectos de fijación de carbono.

Cuando se habla de MDL, la cuestión se centra en dos tipos de proyectos. En primer lugar, están los proyectos de generación hidroeléctrica, que son por los que han apostado las multinacionales de la electricidad: Unión Fenosa tiene cuatro proyectos MDL registrados en la ONU [2] y Endesa e Iberdrola tienen sendas centrales [3] pendientes de autorización. En segundo término, se encuentran los proyectos de secuestro de carbono, que han sido los preferidos por las trasnacionales de los hidrocarburos: Gas Natural, con su denominado proyecto Sombrilla, que consiste en la sustitución de fuel-oil por gas en algunas plantas industriales de Colombia [4], y Repsol YPF, que publicita su proyecto de reinyección de CO2 en Cerro Fortunoso (Argentina) como MDL, a pesar de que el enterramiento de carbono no está autorizado todavía como tal.

Mercado europeo de emisiones

Pero el panorama de los mecanismos que usan las multinacionales españolas para cumplir con el Protocolo de Kioto no podría completarse sin hablar del recientemente creado mercado europeo de emisiones. Sólo en 2005, que fue su primer año de funcionamiento, se comercializaron emisiones por valor de unos 4.000 millones de euros [5]. Y, aunque este mercado se ha visto condicionado por el retraso en la aprobación de los planes nacionales de asignación y en la creación de registros de emisión, la compraventa de gases de efecto invernadero es un negocio claramente en alza: 1,5 millones de toneladas de CO2 equivalente se negocian cada día en la bolsa europea de derechos de emisión [6]. Tanto las empresas como los Gobiernos europeos han acudido de forma decidida a estos mercados, donde pueden comprar certificados de reducción de emisiones certificadas e invertir en los Fondos de Carbono, como los promovidos por el Gobierno español y el Banco Mundial.

En cualquier caso, lo que no tiene sentido es pensar que toda esta batería de mecanismos de mercado es la mejor alternativa para lograr una reducción efectiva de las emisiones. Y es que sólo entre un 10% y un 15% del total de los proyectos MDL que están en marcha están basados en energías renovables [7] [8]. Porque, como están concebidos en base a proyectos concretos y no con una perspectiva integral, además de que su prioridad es buscar créditos de carbono al coste más bajo, los mecanismos de mercado siguen una lógica mercantilista. Por ello, puede decirse que no resultan una herramienta eficaz para promover las energías renovables, porque su objetivo es favorecer el proyecto económicamente más beneficioso, y no el mejor en cuanto a su sostenibilidad ambiental y social.

Notas

[1] “Excesos por 300 millones de euros”, El País Negocios, 8-1-2006.

[2] Los Algarrobos, Macho de Monte y Dolega, en Panamá, y La Joya, en Costa Rica.

[3] Callahuanca, en Perú, y Las Vacas, en Guatemala, respectivamente.

[4] Todos los datos sobre los proyectos de MDL de las empresas españolas de la energía se han obtenido de la información disponible en sus informes anuales y en sus propias páginas web.

[5] Repsol YPF, 2006: Informe de Responsabilidad Corporativa 2005.

[6] “Europa saca plusvalías al CO2”, El País Negocios, 8-1-2006.

[7] CDM Watch, nov. 2004: Razones por las cuales el Mecanismo de Desarrollo Limpio no promoverá un desarrollo limpio.

[8] En el Estado español, por ejemplo, el 88% de los proyectos registrados como MDL tienen que ver con la reducción de emisiones de gases hidrofluorocarbonados, que es lo que resulta más barato.