Problemas por la prevista construcción de una presa junto a Zaragoza

Desde hace tiempo el Ayuntamiento de Zaragoza viene barajando la idea de construir un azud en el Ebro, a su paso por Zaragoza. El proyecto se incluyó en el último PGOU y se ha acelerado a raíz de la Expo 2008.

José A. Domínguez

El azud elevará el nivel del río 3,80 metros y creará una lámina de agua de 4.300 metros de longitud. Se presupuestó originalmente en 23 millones de euros aunque ya se habla, incluso, de 60 millones. Desde instancias oficiales, el principal argumento a favor de la obra es convertir el río en navegable a su paso por la ciudad, con el fin de generar un nuevo foco turístico. Según los promotores, potenciando la navegación fluvial florecerán nuevos clubes e instalaciones deportivas. Incluso afirman, sin rubor, que “el azud debe permitir además dar vida al río”.

Tras el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto, en junio de 2005 el Ministerio de Medio Ambiente publicaba una Declaración de Impacto Ambiental positiva diciendo que “no se aprecian potenciales impactos adversos residuales significativos sobre el medio ambiente derivados de la ejecución del proyecto”. Señalaba una serie de medidas paliativas, entre ellas prospectar el río para detectar si estuviera presente Margaritifera auricularia, un molusco bivalvo catalogado.

Poco después, el Ayuntamiento de Zaragoza encargó la prospección del cauce del río en busca de M. auricularia. No se detectó el bivalvo pero sí se hallaron 800 ejemplares de otras especies (Anodonta cygnea, Potomida littoralis, Unio mancus), que fueron retirados de esa parte del río y trasladados aguas arriba. Fueron las primeras víctimas de la obra y la primera patada a la biodiversidad del río.

Después de varios problemas para adjudicar las obras, el pasado 15 de marzo, con unanimidad de los grupos políticos, se encargó la construcción a Expoagua, la empresa que realiza las obras de la Expo en el Meandro de Ranillas.

Argumentos contra el azud

La oposición al azud viene desde varios frentes. Por una parte están los vecinos de edificios ribereños que ya tienen problemas en sus garajes de humedades e inundaciones y que alegan que el azud sólo va a agravar esa situación. Las entidades de defensa del patrimonio sostienen que la obra afectará los cimientos de edificios emblemáticos, como es la propia basílica de El Pilar.

Además, los expertos en riberas, dudan de la legalidad de la obra porque va en contra de la filosofía de la Directiva Marco del Agua y de los principios del Plan Medioambiental del Ebro del Gobierno de Aragón. Además, según los expertos, la obra es contraria a los principios que desde hace décadas recomiendan que los grandes ríos se descanalicen, que se eviten presas en sus cauces principales y diques en las cercanías de sus orillas. Construir una presa en el cauce principal del tramo medio del mayor río de España creará hábitats no característicos, contribuyendo así a la pérdida de los ambientes propios de un río de régimen fluctuante, desplazando a las especies autóctonas y facilitando la invasión de especies indeseables y perjudiciales, como el mejillón cebra.

Los grupos ecologistas mantienen que el azud en el Ebro va en contra del propio lema de la Expo 2008, “Agua y desarrollo sostenible”. Consideran que es insostenible económicamente iniciar la construcción de la presa porque ya ha duplicado su coste de construcción, no se han estimado los costes de mantenimiento ni se han previsto los costes económicos derivados de las afecciones a propiedades. Recuerdan que el propio informe de EIA reconocía una afección negativa a los aliviaderos de la red de saneamiento de Zaragoza y a sótanos de edificios. Además, la lámina de agua embalsada supondrá variaciones de las condiciones naturales del río. Por su parte, la regulación de caudal aguas abajo del azud generará un impacto negativo directo y permanente sobre la vegetación que posee “formaciones riparias de calidad, que verían modificada su composición y estructura como consecuencia de la modificación de las oscilaciones naturales de caudal de agua y sedimentos”.

Alegan, en fin, que no es una demanda social de los zaragozanos y que es innecesario porque la navegación del Ebro es posible sin azud, como lo demuestra el hecho de que ya se viene realizando esta actividad. Además, se puede mejorar y facilitar la navegación actual sin intervenciones drásticas en el cauce ni modificar el régimen del río.