A muchas personas nos gusta desayunar un buen vaso de leche o quizá sea lo único que no perdonamos antes de irnos a dormir, sobre todo en el frío invierno. ¿Pero cuántos y cuántas de nosotras nos damos un baño de leche para mantener nuestra piel suave y sedosa? Una de las curiosidades de la vida de Cleopatra es que éste era uno de sus secretos cosméticos más envidiados. En la actualidad, la leche es reclamo publicitario de gran éxito para la venta de champúes, geles o jabones, mientras que las “recetas de la abuela”, de elaboración más sencilla y carentes de tóxicos y químicos se pierden en algún rincón del imaginario colectivo por la falta de uso y el triste olvido que dificulta su transmisión.

Ponemos el ejemplo de la leche, pero su misma suerte la comparten otros ingredientes básicos en nuestra dieta y nuestra gastronomía, como la miel o el aceite de oliva, que tienen un fácil y útil aplicación en el campo de la cosmética natural. Todos ellos presentan amplias propiedades para el cuidado de nuestro cuerpo.

El mercado actual ha ocupado un espacio que se estaba quedando vacío por falta de conocimiento y aún más de tiempo. Dedicarnos unos minutillos diarios al cuidado personal no está en el primer punto de nuestras agendas: tenemos demasiadas cosas que hacer. Y si acaso tenemos ese tiempo, que es oro, dejamos paso a esos productos preparados que muestran grandes ventajas.

La primera es que ya están preparados y tienen larga vida; la segunda es que se nos ofrece una amplia gama de marcas y variedades, por tanto los hay de lo más específico a lo más general, de lo más caro a lo más barato. Es decir, el mercado llueve a gusto de todos y todas, pero ¿seguro que es de nuestro gusto? ¿Acaso las cremas vienen con un prospecto en el que nos anuncian las contraindicaciones de los parabenes [1]? ¿Somos capaces de encontrar en los cuatro estantes del supermercado y entre los más de treinta modelos un solo desodorante que no contenga aluminio?

Una de las alternativas a los productos preparados con tóxicos no deseables por nuestro organismo es recuperar las recetas que tradicionalmente se han utilizado, cuando no existía ese mercado y se mantenía vivo el conocimiento de las propiedades de plantas y productos cercanos. Cierto es que la vida urbana, alejada cada vez más del mundo natural, ha llevado al olvido estos conocimientos del mundo rural. Pero las que tenemos la suerte de vivir en entornos como el que nos ofrece el valle del Tiétar podemos fácilmente hacer un esfuerzo por recuperar ese saber popular, compartirlo y alimentarlo.

Con este objetivo se ha planteado el curso que Ecologistas en Acción del Valle del Tiétar ha impartido, a lo largo del mes de noviembre, en Casavieja, por iniciativa común con el AMPA del mismo municipio.

Junto con la recuperación de recetas, se ha trabajado los importantes objetivos del reciclaje y la reutilización. Se ha hecho jabón con aceite usado y se han utilizado como moldes envases de plástico de productos lácteos y, sobre todo, se han practicado recetas de cosmética que se pueden elaborar muy fácilmente con restos de ingredientes que están en nuestras cocinas.

De este modo, igual que intentamos controlar cada vez más aquello que comemos, es necesario que le echemos un vistazo a lo que nos untamos. Por si acaso no nos gusta.

Notas

[1] Son sustancias químicas utilizadas como conservantes en cosmética y farmcéutica, de bajo coste y muy eficaces. Los más usuales son el methylparaben, propylparaben, ethylparaben. Algunos profesionales del ámbito cientíco consideran que tienen contraindicaciones como cancerígenos y varios tipos de dermatitis.