La mayor tejeda europea.

Asociación Amigos del Tejo y 21 colectivos más, firmantes del Manifiesto para la Protección Integral de los Texedales del Sueve. Revista El Ecologista nº 52.

La tejeda del Sueve es un impresionante bosque de tejos –más de 8.000 ejemplares de Taxus baccata– que ocupa una superficie cercana a las ochenta hectáreas. Se ubica en un macizo calizo que se yergue al borde mismo del Cantábrico. Estos bosques del Sueve representan un patrimonio único que ha llegado hasta nosotros conviviendo durante cientos, probablemente miles de años con nuestros antepasados, con un valor incalculable. Pero su precaria situación precisa una actuación inmediata y decidida por parte de la administración asturiana para invertir la actual tendencia degenerativa.

Hace ya más de 10 años, un grupo de colectivos y asociaciones ecologistas trataban de llamar la atención de la administración asturiana sobre el patrimonio único de las tejedas del Sueve y los bosques mixtos asociados, así como sobre su falta de regeneración y decadencia. Sin embargo, la degeneración de la cubierta vegetal, la regresión del bosque y la erosión del suelo se han ido haciendo más patentes, por lo que es necesario exigir la protección efectiva de estos bosques y ecosistemas asociados hasta que se pueda constatar que se invierte la actual tendencia degenerativa.

Valores naturales

La tejeda del Sueve es una de las más antiguas y peculiares masas boscosas de toda Europa. Cuenta con millares de tejos y árboles centenarios, y constituye una asombrosa representación de lo que pudieron ser las selvas de otros periodos geológicos, adaptadas a las condiciones de temperatura y humedad atmosférica elevadas que se encuentran en esta cordillera. Es un lugar con unos valores estéticos y paisajísticos muy elevados, verdadero laboratorio científico vivo para el estudio y la conservación.

Se trata, sin duda, de la mayor tejeda de la Comunidad Europea y uno de los espacios naturales más bellos y sorprendentes de la Península. Es la prueba viva de que este tipo de bosque –cuya existencia ha sido puesta en duda en medios botánicos a causa de la rareza y exigüidad de sus poblaciones– es, sin embargo, una realidad que tan sólo ha perdurado en los lugares más inaccesibles, donde no se ha podido extraer su preciada madera. Por ello, es un bosque único, que tanto por su situación, características geomorfológicas y composición tiene un enorme valor desde el punto de vista de la biodiversidad. En pocos lugares como éste se dan las condiciones para que todo el ciclo del bosque se cumpla enteramente, incluido el retorno de la madera muerta.

La tejeda es un hábitat frágil en un entorno profundamente degradado, en el que los eucaliptales y la presión urbanística han desplazado los ecosistemas tradicionales del resto de la comarca. Es un verdadero santuario natural para la avifauna, tanto de aves migratorias como sedentarias. Su gran altitud y su cercanía a la costa permiten la orientación de las aves que atraviesan el mar y encuentran un punto de referencia vital. Además, es el hábitat de otras especies de fauna silvestre y de algunas razas autóctonas de ganado, como el caballo asturcón.

Una urgente y necesaria intervención

Como paso previo a cualquier actuación, es imprescindible un estudio profundo y riguroso que determine los sistemas idóneos de gestión de este espacio singular y contemple las restricciones y usos tanto cinegéticos y ganaderos como turísticos o científicos. Urge una nueva ordenación del monte, ante la ineficacia de la actual gestión.

La erosión, a causa de la sobrepoblación de herbívoros, es un fenómeno cada vez más notorio y alarmante, ya que el suelo representa el fundamento mismo y la garantía de futuro de las tejedas, praderas y gran parte de los ecosistemas y seres vivos que conforman este paisaje.

La introducción y proliferación del gamo ha resultado ser uno de los factores más decisivos para el declive de este bosque y debería replantearse la orientación cinegética que se ha dado a este espacio natural. Del mismo modo, la excesiva población de jabalíes representa actualmente uno de los peligros más graves para el arbolado y las praderas y los ecosistemas asociados en este macizo. Es importante plantearse como prioritario el control drástico de ambas especies.

La inaccesibilidad que ha impedido la explotación de recursos madereros y el tránsito de vehículos por el interior del macizo, explica en gran medida la pervivencia de las tejedas. Sería un error gravísimo la creación y ensanchamiento de pistas, como las que ya se han practicado hasta Busfríu. Uno de los mayores peligros potenciales para la conservación de los bosques interiores del Sueve, es la apertura de pistas por el lado norte, especialmente las que pudieran acercarse al interior del macizo por Cordobana.

Debería favorecerse urgentemente la restauración y la regeneración del bosque y evitarse en lo posible toda actuación excesiva y artificiosa de plantación y cercados. Estos bosques tienen una enorme capacidad de regeneración que se evidencia en la gran cantidad de plántulas que, sin embargo, mueren por la presión de los herbívoros salvajes y domésticos. Por ello, las medidas para favorecer la regeneración deben centrarse en el control tanto de las mencionadas poblaciones de gamo y jabalí como de cabra doméstica y ganado en general. En definitiva se pide una regulación adecuada de la carga de herbívoros.

Es esencial que la actividad ganadera, que en gran parte ha conformado estos ecosistemas, tenga una continuidad, pero siempre bajo una planificación cuidadosa y controles estrictos, teniendo claro que la conservación y no la explotación debe ser el criterio predominante en este paraje. Los ganaderos deben tener las justas compensaciones por las restricciones que les cause la conservación de estos bosques. Es por tanto, un factor clave de éxito el hecho de que los ganaderos tengan una percepción positiva de los esfuerzos de conservación. En este sentido parece adecuado favorecer su actividad mediante rozas, gestión de abrevaderos y otros servicios compensatorios (realizados, por supuesto, sin impacto visual paisajístico). Este colectivo debe constatar que la conservación y recuperación del bosque tiene para ellos más ventajas y compensaciones que inconvenientes y restricciones.

Los sistemas prioritarios para el control del matorral deben ser el propio ganado y la roza del monte, en vez de los incendios controlados que empobrecen el suelo y favorecen su continua degradación. Deberían delimitarse para ello las áreas susceptibles de regeneración en las que el matorral debe ser respetado para asegurar el refugio que representan estas especies para los plantones de acebo, tejo, etc. que encuentran en su interior una posibilidad de supervivencia.

Santuario natural

Debe hacerse efectiva la protección que los tejos y tejedas tienen en las leyes y normas reguladoras de Espacios Naturales, arbitrando las medidas necesarias en cada caso y poniendo los medios para que aquellos ordenamientos no sean como hasta ahora papel mojado. Para ello, muchos grupos ecologistas y asociaciones proponemos la creación de una figura de protección específica del máximo nivel para este verdadero santuario natural de las Tejedas puras y mixtas del Sueve, equiparable al menos al bosque de Muniellos, que atienda a la singularidad de este ecosistema y sirva para distinguirlo y que se adapte de forma flexible a las necesidades y retos que implique su conservación. Todo ello dentro del marco general de protección de toda la sierra, actualmente propuesta como Paisaje Protegido.

La pérdida irreparable que ya está sufriendo este bosque por la ausencia de nuevas generaciones de árboles y su regresión, envejecimiento y deterioro, es un desastre que nos priva a nosotros mismos y a nuestros sucesores de una parte esencial de nuestra identidad y nuestro paisaje. Los jóvenes árboles que ahora deberían tomar el relevo, tendrían una longevidad potencial de cientos de años, al menos un milenio en el caso de los tejos. Este legado espléndido de vida, belleza y diversidad lo estamos hurtando del futuro por simple desidia, falta de voluntad e ignorancia.