Ecologistas en Acción se ha sumado a la Declaración del Simposio Mundial del Uranio y te invita a firmar en http://uranium2015.com/fr/nouvelles….

Declaración del Simposio Mundial del Uranio de 2015 [1]

Nosotros y nosotras, firmantes de esta Declaración, incluyendo los participantes del Simposio Mundial del Uranio de 2015, venidos de 20 países de los cinco continentes, habiéndonos reunido en la ciudad de Quebec, Canadá, el 16 de abril de 2015:

Reconociendo que en 1943 la ciudad de Quebec fue el lugar donde los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá llegaron a un acuerdo de cooperación formal para desarrollar las primeras bombas atómicas, cuya consecuencia fue el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en 1945;

Respetando la moratoria impuesta por la Nación Cree de Eeyou Istchee en el norte de Quebec a todas las actividades relacionadas con el uranio en sus tierras; apoyando la demanda para una moratoria de la Asamblea de las Primeras Naciones de Quebec y el Labrador, así como el amplio consenso en contra de la minería del uranio expresado por el Inuit de Nunavik y más de 300 comunidades y organizaciones a lo largo de la provincia de Quebec;

Reconociendo la creciente conciencia de que la energía nuclear no es una respuesta al cambio climático rentable, oportuna, práctica o segura, y aplaudiendo la enorme expansión del uso de energías renovables y los significativos avances realizados en años recientes para la progresiva retirada de la energía nuclear;

Reconociendo la necesidad de un desarrollo sostenible y de una administración medioambiental responsable;

Reconociendo los daños para la salud, el medioambiente y la sociedad presentes en todas las fases de la cadena nuclear, desde la exploración, minería y tratamiento, hasta la generación de energía eléctrica, el desarrollo de armas nucleares y el almacenaje de residuos radioactivos;

Reconociendo que el riesgo de contaminación como resultado de la extracción, uso y almacenaje de sustancias radiactivas comporta una grave amenaza para todas las criaturas vivas, sus entornos y cuencas fluviales, que trasciende todas las fronteras geográficas y políticas, y que perdura durante miles de años;

Reconociendo que hay almacenes de residuos radioactivos a lo largo de todo el mundo que no han sido sellados de manera efectiva;

Reconociendo que hay evidencias científicas consistentes de que no existe una dosis segura de exposición a las emisiones radioactivas y que incluso pequeñas dosis pueden presentar riesgos para la salud de los mineros, las poblaciones locales, los animales y la vegetación;

Reconociendo que se debe hacer más para comprender y reconocer hasta qué punto el uranio y las actividades relacionadas con él suponen un impacto, a corto y largo plazo, sobre la sociedad, la salud, el medioambiente, la vida humana, la vida animal y la vegetación;

Reconociendo que el desarrollo tecnológico de la energía nuclear abre la puerta al desarrollo de armas nucleares contra las cuales no existe protección efectiva y que la generación de energía nuclear supone una seria amenaza para nosotros mismos;

Insistiendo en que las agencias reguladoras de la energía nuclear sean independientes y trabajen únicamente para los intereses de la gente, los animales y la vegetación;

Recordando tragedias como las de Three-Mile Island, Chernóbil, Fukushima y muchos otros lugares en el mundo;

Convencidos de que todos los usos de carácter no bélico del uranio, incluyendo la energía y los usos médicos, pueden ser revertidos con facilidad;

Insistiendo en que las armas nucleares y las armas que emplean uranio empobrecido sean criminalizadas y que todos los signatarios puedan ser responsables de sus obligaciones dentro del Tratado de No Proliferación;

Consternados por la destrucción nuclear de Hiroshima y Nagasaki, alarmados por el mantenimiento y la proliferación de arsenales nucleares y convencidos de que las devastadoras consecuencias de las detonaciones nucleares se pueden evitar siempre y cuando todas las armas nucleares y todos los sistemas que las producen hayan sido eliminados;

Afirmando que es en el interés de la supervivencia de la humanidad y de la vida en el planeta que las armas nucleares no vuelvan a ser usadas bajo ninguna circunstancia;

Reconociendo que aquellos que se ven más directamente afectados por el uranio y por las actividades relacionadas con él carecen en ocasiones de una capacidad adecuada o de recursos y, como consecuencia, dichas actividades infringen sus derechos fundamentales a la vida y a la seguridad de las personas;

Afirmando nuestro compromiso con los principios de un desarrollo sostenible y equitativo y con el respeto por los derechos humanos fundamentales de todos los individuos y gentes en cualquier lugar;

Reconociendo que culturas y paisajes únicos e irremplazables han sido, y continúan siéndolo, amenazados por el uranio y sus actividades nucleares relacionadas;

Reconociendo que las poblaciones indígenas de la tierra, de manera desproporcionada, han cargado con los daños causados por la industria global del uranio, las actividades nucleares (incluyendo las pruebas con armas nucleares) y los vertidos de residuos radiactivos;

Recordando que la Declaración de las Naciones Unidas de Derechos de las Poblaciones Indígenas reconoce los derechos de las poblaciones indígenas a la autodeterminación y la integridad social, territorial y medioambiental, que incluye el consentimiento previo, libre e informado, alcanzado a través de un proceso independiente, justo, transparente e imparcial, y reconociendo que la supervivencia y bienestar de las poblaciones indígenas depende del respeto de estos derechos fundamentales e inalienables;

Determinados a reducir la carga para las futuras generaciones resultante del la extracción y uso de sustancias radioactivas;

Dedicándonos para tener un futuro libre de nucleares;

Solemnemente declaramos:

  1. Reafirmamos la Declaración de la Sesión Mundial del Uranio en Salzburgo, Austria, 1992, de la Cumbre de las Poblaciones Indígenas en Window Rock, Nación Navaja, EE.UU. en 2006 y de la Conferencia Mundial de la AIMPGN en Basilea, Suiza en 2010: El uranio y sus sustancias radiactivas asociadas deben mantenerse en su ubicación natural.
  2. Demandamos una prohibición mundial sobre la explotación, minería, extracción y procesado del uranio, así como del tratamiento de los residuos nucleares y de la gestión irresponsable de residuos radiactivos;
  3. Llamamos a todos los estados, autoridades y pueblos a que reconozcan y respeten los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo el derecho a la autodeterminación y al consentimiento previo, libre e informado alcanzado por medio de un proceso independiente, justo, transparente e imparcial, y a terminar con la búsqueda de uranio, con las actividades nucleares relacionadas con él en las tierras de los pueblos indígenas y con la violación de sus derechos;
  4. Urgimos a todos los estados, autoridades y pueblos a llevar a cabo una reparación completa, justa y equitativa para los damnificados por el uranio, y las actividades nucleares relacionadas con él, y a asegurar que todos aquellos que sean responsables puedan ser imputados por sus actos y errores;
  5. Demandamos que todos los estados, autoridades y pueblos retiren de forma progresiva y eliminen el uso y generación de energía nuclear y se dediquen al desarrollo y uso de energías inteligentes basadas en recursos energéticos renovables, seguros y sostenibles.
  6. Llamamos a todos los estados, autoridades y pueblos a reforzar sus compromisos para la no proliferación nuclear y el desarme, para eliminar todas las armas nucleares existentes, para terminar con el desarrollo de tecnologías para armas nucleares y para apoyar y avanzar hacia un tratado legal que prohíba todas las armas nucleares;
  7. Llamamos a todos los estados, autoridades y pueblos a asegurar que todos los productos, materiales y estructuras radiactivas existentes de todas las fases de las armas nucleares y de los sistemas de energía sean aseguradas y gestionadas de acuerdo con la tecnología más adecuada y segura para la gente, los animales y la vegetación.

[1] Traducción realizada por Luis Manuel Carrera miembro de Traductoras/es en Acción, la red de traductoras/es e intérpretes voluntarios/as de Ecologistas en Acción