Ecologistas en Acción viene señalando desde el principio la necesidad de que el protocolo de actuación contra picos de alta contaminación, como el que sufrimos ahora en Madrid, se aplique mucho antes de llegar a niveles tan malsanos como los registrados estos días. El episodio actual de contaminación, que aún durará casi una semana, está siendo de los más agudos que ha sufrido la ciudad. Es necesario, por tanto, ser más ambiciosos y prever estas situaciones para evitarlas

El protocolo de lucha contra picos de alta contaminación que se está aplicando estos días en Madrid, y por el que se han puesto en marcha reducciones de la velocidad en las carreteras de acceso y después en los aparcamientos, fue el que aprobó el anterior Gobierno municipal en marzo de 2015. Ecologistas en Acción ya denunció en su día que este protocolo solo se activaba cuando los niveles de contaminación estaban disparados y en esa tesitura resultaba muy difícil revertir la situación.

Es justamente el escenario que tenemos ahora. Por un lado, se están alcanzando niveles muy altos de dióxido de nitrógeno (el miércoles por la tarde se rozaron los niveles de alerta, con estaciones como las de Ramón y Cajal, que superaron los 400 microgramos de este contaminante por metro cúbico de aire durante dos horas seguidas) y la aplicación del protocolo, aunque con medidas sensatas, llega demasiado tarde para mejorar de forma suficiente la calidad del aire.

El miércoles fueron 11 estaciones las que superaron el valor límite horario de dióxido de nitrógeno (200 microgramos por metro cúbico), y ayer fueron siete, algunas con niveles también muy altos, como la estación de Arturo Soria, que registró 356 microgramos a las ocho de la tarde. No es de extrañar que un total de siete estaciones hayan superado el valor límite horario para todo 2015, pues la legislación solo permite que se supere 18 veces al año. De hecho, hay estaciones como la del Barrio del Pilar que lo han rebasado ya 56 veces, más que triplicando el límite legal.

Sin embargo, esto no quiere decir que las medidas aplicadas no sean necesarias. La limitación de la velocidad en el área metropolitana de Barcelona, durante los 13 meses que estuvo vigente entre 2010 y 2011, permitió reducir la contaminación un 7%. La limitación al aparcamiento también disuade a muchos conductores de usar su coche. Aunque, sin duda, el efecto más positivo es el de sensibilización: hacernos conscientes de que lo que sale de los tubos de escape de nuestros coches no es ni mucho menos inocuo, que crea graves problemas de salud pública y que esta debe ser la consideración prioritaria cuando se alcanzan niveles de contaminación malsanos.

Ecologistas en Acción considera que la estrategia contra la contaminación debe ser más ambiciosa. Por un lado, se deben prever y anticipar las medidas, puesto que las previsiones meteorológicas se conocen y son muy precisas. Esto, además, permitiría avisar mucho antes a los conductores. Tal y como se hace ahora con el protocolo vigente, se espera a última hora de la tarde para ver los datos que efectivamente registran las estaciones, y entonces el aviso no llega con claridad a todo el mundo, más aún cuando se trata de los primeros días en los que se pone en marcha una medida así. En cuestiones de salud –y estamos hablando de que en Madrid fallecen 2.000 personas cada año por la contaminación del aire– es mejor pecar de precavidos.

Para Ecologistas en Acción, tal y como indican todas las experiencias en otras ciudades y los numerosos estudios existentes, la única estrategia que nos permitirá a medio plazo respirar un aire saludable es la puesta en práctica de medidas estructurales que reduzcan la utilización del coche en la ciudad.