Ante las cifras de censo de osos que la Junta de Castilla y León ofrece de forma periódica, superiores a 40 ejemplares, con 6 osas con crías en la población oriental de la Cordillera Cantábrica, que certificarían no obstante el fracaso de sus políticas durante los últimos 25 años, se hace necesario un censo riguroso, que solo puede serlo si está fundamentado en genética.

Los censos de osos que se ofrecen en Castilla y León cometen errores de bulto con respecto a lo que ocurre en la zona occidental de la Cordillera Cantábrica, dos fundamentales. Por un lado, los datos no son contrastados por un número suficiente de personas y/o entidades con experiencia en este tipo análisis de censos que los valoran y ponen en común, aplicando el principio de prudencia. Por otro lado, los censos de osas con crías solo deben considerarse aproximados a la realidad cuando se trabaja con poblaciones sanas, lejos de la situación de los osos de Riaño y Palencia donde, recordemos, mueren principalmente envenenados, incluso alguno disparado.

Visto que ha sido la Unión Europea la que mayor apoyo económico ha dado para la conservación de osos, parece necesario que sea ésta la que promueva un censo completo, riguroso e independiente basado en el único método que puede arrojar cifras cercanas a la realidad, como es la genética.

Si este censo arrojara cifras superiores a 40 ó 50 osos, deberán iniciarse trabajos de conservación de la especie basados en esas cifras y si la cifra es menor, deberán retirarse todos los fondos e iniciar un procedimiento sancionador, entre otras, contra Castilla y León por haber dilapidado los recursos para la protección y conservación de la especie.