El gigante biotecnológico Monsanto se está replanteando su promesa de no utilizar la ingeniería genética para producir semillas estériles. Este cambio de actitud coincide con crecientes presiones de la industria para minar la moratoria a Terminator en el Convenio de Biodiversidad, mientras se consolida una alianza global para su prohibición.

Monsanto ha dado marcha atrás a su promesa de no comercializar la “tecnología Terminator” -diseñada para producir semillas estériles-, declarando que no descarta desarrollar y utilizar este tipo de tecnologías en el futuro. Este cambio de política de la compañía de semillas más poderosa del mundo coincide con el reciente despliegue del lobby biotecnológico para promover la aceptación de la tecnología Terminator, en un intento de minar la moratoria establecida en el Convenio de Diversidad Biológica.

Es probable que durante la reunión del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) de Naciones Unidas a finales de marzo en Curitiba, (Brasil), la industria biotecnológica ejerza toda su influencia para que los gobiernos pongan fin a la moratoria a Terminator vigente desde 2000. En respuesta, más de 300 organizaciones sociales han reclamado la prohibición de Terminator, argumentando que las semillas estériles amenazan la cultura y la forma de vida de 1,400 millones de personas cuya subsistencia depende de guardar semillas de su propia cosecha para la siembra, y que constituyen un peligro para la conservación de la diversidad biológica mundial.

La tecnología Terminator fue desarrollada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y la compañía de semillas Delta & Pine Land. Su finalidad es impedir que los agricultores conserven y utilicen simiente de su propia cosecha, obligándoles a comprar semilla todos los años. Aunque esta tecnología todavía no ha sido ensayada en el campo, Delta & Pine Land está llevando a cabo pruebas experimentales de cultivos Terminator en invernadero, con vistas a su futura comercialización. En octubre 1999 Monsanto se comprometió públicamente a no comercializar semillas Terminator, respondiendo así al rechazo suscitado por esta tecnología en todo el mundo. En una carta abierta a la Fundación Rockefeller, el entonces Director Ejecutivo de Monsanto, Robert Shapiro, afirmaba: “Les comunico nuestro compromiso público de no comercializar tecnologías para la producción de semillas estériles, como la denominada ‘Terminator'.” Actualmente Monsanto parece haber reconsiderado su acuerdo y afirma que hoy por hoy su compromiso de no utilizar Terminator en cultivos alimentarios sigue siendo firme, pero
que no descarta el desarrollo de este tipo de tecnologías en el futuro.

Es probable que el cambio de política de Monsanto tenga mucho que ver con la posición adoptada recientemente por una minoría de gobiernos de los países ricos, que están promoviendo Terminator en las reuniones del Convenio de Biodiversidad. En una reunión celebrada en Bangkok en 2005, Canadá hizo un primer intento para desmantelar la moratoria y dar luz verde a Terminator. Y el pasado mes de febrero, durante la reunión preparatoria del CDB en Granada, Australia -asesorada por un representante de Estados Unidos- hizo todo lo posible por minar la moratoria, exigiendo en la resolución final cambios de redacción que ponen en peligro su futuro. Haciéndose eco de la actual posición de Monsanto, el gobierno de Australia defendió una evaluación “caso por caso” de la tecnología Terminator, un enfoque que en la práctica significaría que los cultivos Terminator serían regulados como cualquier otro organismo manipulado genéticamente, ignorando los devastadores impactos sociales y ecológicos de las semillas estériles. La evaluación “caso por caso” de Terminator es la nueva estrategia de las grandes transnacionales de “las ciencias de la vida” para controlar la capacidad natural de reproducirse de los seres vivos, convirtiéndose en dueño y señor de la Naturaleza.

La campaña Terminar con Terminator, en la que participa Ecologistas en Acción, ha hecho pública en estos días la relación de más de 300 organizaciones de todo el mundo que reclaman a los gobiernos la prohibición de la tecnología Terminator. Los grupos que respaldan esta iniciativa incluyen movimientos campesinos, pueblos indígenas, organizaciones ambientalistas y de consumidores, sindicatos, grupos de mujeres y jóvenes, y comunidades religiosas.

Según un portavoz de Vía Campesina, que representa a más de 10 millones de campesinos en todo el mundo y que ha respaldado la campaña desde el principio, “La tecnología Terminator representa un ataque frontal contra los agricultores, las culturas indígenas, la soberanía alimentaria y el bienestar de todos los pueblos del planeta, principalmente los más pobres”. Terminar con Terminator hace un llamamiento a los gobiernos a rechazar la recomendación de evaluación de riesgos “caso por caso” promovida por el lobby biotecnológico y a determinar la prohibición total de Terminator, invitando a las organizaciones sociales de todo el mundo a unirse a la batalla contra Terminator el próximo mes de marzo en Brasil.